Sentado frente al monitor, veía fotografías pasar a una velocidad inusual frente a sus pupilas dilatadas.
Todas las noches, permanecía horas haciendo el mismo recorrido; mientras la imaginaba... Mientras la diseñaba....
Casi
obsesivamente, podía escucharla sin oír, podía sentirla sin tocar.
Todas las noches frente al monitor, veía los flashes de su imagen pasar. La desnudaba en su mente.... La deseaba en sus labios... Desesperaba por encontrarla, soñaba con conocerla.
Meses pasaron y su obsesión crecía, por la calles caminando, lo acompañaba en su celular.
Ciego por ese amor virtual, aquella tarde, tropezó con ella, sin mirar a quien, pidió disculpas y siguió su camino sin quitar los ojos de su aparato.
Ella, lo saludó.
El no demostró interés en mirarla.
Sus caminos se cruzaron, pero perdido en su obsesión, jamás la encontró.
Todas las noches frente al monitor, veía los flashes de su imagen pasar. La desnudaba en su mente.... La deseaba en sus labios... Desesperaba por encontrarla, soñaba con conocerla.
Meses pasaron y su obsesión crecía, por la calles caminando, lo acompañaba en su celular.
Ciego por ese amor virtual, aquella tarde, tropezó con ella, sin mirar a quien, pidió disculpas y siguió su camino sin quitar los ojos de su aparato.
Ella, lo saludó.
El no demostró interés en mirarla.
Sus caminos se cruzaron, pero perdido en su obsesión, jamás la encontró.
La tinta del caos
Feb., 2015.