Cada puesta de sol, la memoria se le hacía añicos. El presente se disolvía y un fugaz retroceso mental perpetuaba sus recuerdos. A paso firme marchaba en el batallón, marcando cada latido de su pecho bajo el compáz del redoblante. Fúsil en mano, camuflado con el palo de la escoba y la cabeza protegida bajo un viejo balde de zinc oxidado. Una lata de anchoas guarecía las pequeñas canicas que usaba de municiones, esas que dificultosamente intentaba cargar en una sorbatana que guardaba en sus bolsillos. La abuela se había vuelto el terror de las calles. Parece ser que no fue muy buena idea que la jubilaran del ejército. Desde ese entonces, sale a diario a desperdigar esquirlas de recuerdos de guerra, esa que tanto afectó su vida después de que el abuelo cayera muerto en batalla. Dicen que papá ya estaba en su vientre cuando esto sucedió, y es por eso que no deja faltar la almohadilla oculta bajo su ropa, la que acaricia constantemente buscando recibir una inanimada patadi...
A veces soy solo aquello que me dicta la imaginación, a veces me enredo en palabras sin sentido para algunos y con mucho o poco significado para otros. A veces soy solo ideas. Otras veces soy frases y otras emociones. A veces soy solo el caos en la constante tormenta energética del universo... pero la mayoría de las veces simplemente soy yo y tu compañía. Eva