Con las manos en los bolsillos te vi venir, observabas ansiosamente el opaco piso del pasillo y fruncías el ceño haciendo muecas con tu nariz. Caminabas acelerado a paso de pingüino y esa actitud vacilante de levantar ceja y ceja cuando mirabas hacia adelante, me intrigó...
- ¿Quién eres?- pregunté hurgando mi oreja.
-Juan el Bautista y busco a mi señor... -respondió el individuo encogiéndose de hombros e intentando rascar su mejilla en el acto.
Lo miré desorientada, tanto como él también lo estaba mientras proseguía su camino buscando en el frío pasillo de aquel hospital psiquiátrico esa fe que lo consolara.
Tras mi recuperación lo sigo visitando y allí lo sigue buscando... Con las manos en sus bolsillos y a paso acelerado...
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