En cada palabra dejó caer una prenda, en cada prenda una
emoción.
En cada frase que escribía, describía una historia, se
quitaba la ropa con cada tormento, con cada alegría que contaba.
Inhalaba y exhalaba
profundo llenando sus pulmones de odios y amores.
Cada párrafo desenterraba sus miedos, cada nota clamaba una
ausencia, cada poema develaba un amor.
Una lágrima cayó de improviso y accidentalmente borró la
tinta guardando entre las letras difusas su más preciado secreto y tras el nombre de ese
secreto se dibujó una misteriosa
sonrisa que le escapó del corazón.
Sus nostalgias parapetaban entre sus hojas desvistiéndolo aun más en el proceso.
Sus pesadillas se hacían presentes al dar vuelta la hoja,
pero las transformaba en hermosos sueños visionarios, adornados con imágenes retóricas que intentaban encubrir su
desnudez.
La ropa ya no le era suficiente para esconder lo que
escribía y se quitó la piel, con ella cubrió las tapas de su libro para
proteger su alma que allí dentro, letra tras letra, fue quedando desnuda.
Evangelina S. Vilche
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