Voy alcanzando la cima de lo inhóspito
refugiada en mis silencios,
Intentando anclar el alma
al empinado muro,
que guía mis pasos
hacia el oasis perdido donde habita la paz.
Allí, donde el sol aflora en el horizonte,
y muere, al naciente
del blanco mármol que
reposa callado a los
pies de la tumba,
donde el olvido destierra el recuerdo y
el silencio hace
tanto ruido que aturde al alba,
opacando la luz del sol, en el magnífico momento del
encuentro
entre la soledad y las
cuerdas vocales que arpegian mudas melodías,
cuando todo calla.
Eva
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