Primera parte
Otro año más lo había olvidado. El ocaso llegaba a su fin y su inquietud amanecía con furia. La decisión estaba tomada, ya no había perdón para él.
Llegando a casa, él golpea la puerta que permanecía cerrada a fuerza de cerrojo. Lo atendió por la ventana. Levantó la pesada persiana de madera maciza y le lanzó una abrasiva mirada.
-¡Otra vez lo olvidaste! Era tu última oportunidad y lo sabias!!! -gruñó ella- ¡¡¡Vete!!!!- sin darle tiempo a decir una palabra dejó caer abruptamente la persiana.
Un fuerte alarido se escuchó del otro lado.
-¡Ya, deja de gritar! ¡Que te vayas, dije!
El alarido se convirtió en llanto y en una suplica entrecortada que no lograba descifrar.
-mi...mi... Aaaayyy..¡¡¡.por favor...!!!
De espaldas a la ventana, ella insistió:
-No hagas escándalos. ¡Que no te perdono he dicho!
Pero el aturdidor y desesperado llanto de su marido, logró conmoverla al fin. Giró la cabeza y vio que, atrapada entre la ventana y la persiana, había quedado la mano de su esposo, sujetando una hermosa rosa blanca que no dejó caer a pesar del dolor. En ella, una tarjeta en la que se alcanzaba a leer: FELIZ ANIVERSARIO MI AMOR.