-Mi niña, estamos a pocas semanas de tus 15 primaveras. Si pudieses pedir un deseo, que pedirías?
-Papá, me has dado todo lo que he soñado en mi vida, ya no me queda mucho por pedir... Lo único que me queda por cumplir, bien sabes que es imposible porque mis piernas no me lo permiten y nunca respondieron ni responderán a mí.
-Solo, dime hija...
-¿Ves esa montaña? De la que siempre me hablas lo bella que se ve la luna y las
estrellas por las noches?
-Sí, aquella que solemos mirar por la ventana al amanecer...
-sí papá, esa misma... Yo daría mi vida si fuese posible, por estar allí y contemplar el manto nocturno del firmamento..
Sin pensarlo dos veces, el padre de la futura quinceañera, después de escucharla atentamente, se dirigió a una costurera y realizó un pedido especial. Pasaron las semanas y llegó al fin el tan ansiado día.
-Buen despertar, luz de mis ojos- dijo el padre a su jovencita con un beso en la frente-¡ Llegó la hora de cumplir tu sueño!
-Pero ...¿que dices papá?... ¡Yo no...no, puedo!... Estoy liciada ¿ lo olvidas?
-Si, puedes! Mira- insistió él. A sus espaldas traía escondido un gran paquete, el que le entregó en sus manos.
-¿Qué es papá?
-Ábrelo!
Sorprendida, encontró dentro del gran envoltorio un enorme canguro en el que ella misma cabía.
Sin decir más palabras, él preparo a su niña, la cargó con su mochila especial a sus espaldas y tras un esfuerzo sobrehumano que trasciende el más puro de los amores, escaló la montaña y la llevó hasta la cima...
Allí ... Arriba, donde la noche brillaba màs que nunca, contemplaron la sonrisa de la luna llena, solo para ellos dos..
La tinta del caos
Comentarios
Publicar un comentario