Como todas las mañanas llegada la fecha, se dispuso a desprenderse de su cama mufado porque le esperaba un día duro de largas esperas en las condensadas colas de bancos y sucursales de pagos en las que debía acudir para saldar sus impuestos y servicios. Pero para su sorpresa, la mañana se pintó diferente. Había descongestión en los bancos y en todas las sucursales que recorrió. Las largas colas de todos los meses habían sufrido una notable reducción. Sin embargo; las pocas caras que había, manifestaban un notable estrés y preocupación en sus portadores impacientes, preocupados e insatisfechos con sus bolsillos. Cabezas gachas, manos en las billeteras, ojos en las boletas... y él comenzaba a sonreír. La gente lo miraba medio raro, pues era el único que sonreía en el lugar. -Hoy es mi mañana de buena suerte- dijo para sus adentros- sin duda es mi gran mañana de buena suerte- continuando con su dialogo interior recalcó: las filas han disminuido, lo que significa que no hay trabajo, y si no hay trabajo no hay dinero. Que afortunados somos los pocos que podemos hacer filas y saldar nuestras deudas mas allá de que nuestros bolsillos queden vacíos después. Ja! si esa es mi cara que pongo porque me preocupo cuando tengo, así sea poco lo que tengo, no quisiera imaginar si no lo tuviese!!! Con una sonrisa de oreja a oreja el muchacho, continuaba mofándose de las caras pintadas de preocupación, concluyendo que no tenía de que preocuparse... En su recorrido visual, vio una muchacha de pronunciadas y esculturales curvas sumarse a la fila, y en su remera, sobre sus pechos reposaba la palabra SUERTE. -Ja! sin dudas! es mi mañana con suerte!!!! llegó su turno en la caja y como nunca, felizmente saldó sus deudas.
La tinta del caos
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Cuántas veces quisiéramos tener la capacidad de derribar esos muros que nos separan de la persona que amamos... ?
A TRAVÉS DE LA PARED Entre nosotros se levanta un muro, que nos separa en el camino, que nos condena a vivir en la distancia de este romance plagado de falsas esperanzas, el que ambos creemos verdad. Entre nosotros se erige un muro. Quieres hablarme, yo quiero oírte, quieres oírme y yo responderte… a través de la pared... intento verte y no logro hacerlo. Intento escalar el muro, salto me esmero y caigo deslizándome como gato que clava sus uñas con fuerza para aferrarse. Impongo insistencia felina para trepar y nuevamente me deslizo cuesta abajo con las manos lastimadas y desangradas de tanto intentar. Quisiera lograr subir. Y tú de un lado y yo del otro, lo buscamos derribar. El amarnos se vuelve una batalla campal, tu y yo enfrentándonos a una maldita pared. El deseo de querer encontrarnos en un punto, y ese maldito muro, que nos bloquea el camino. No hay escalera con escalón, ni longitud suficiente que nos permita llegar hasta arriba y encontrarnos en el cielo...