Mis manos están tendidas hacia ti. Mis alas se extienden en vuelo, buscando sentir el calor de tus manos apoyadas sobre las mías. Ten, en ellas llevo un corazón partido en mil pedazos.
Busca entre cada partícula aquella que aún palpita.
Devuélveme la vida o llévame a la muerte.
Mis brazos están abiertos preparados para recibirte en mi destino, ¿eres tú el final de este sinuoso camino por el que debo transitar?
Mi alma camina entre las sombras, y en mi pecho arde con furia el vacío de la soledad.
Ángel, estoy condenada a ti debatiéndome entre la vida y la muerte. Envuelta entre tu nube gris voy buscando escapar y a la vez entregarme, me sacudo como un torbellino buscando generar una tormenta que consuma el dolor que me martiriza.
Hay algo más allá de mí. Algo nuevo nace, hay algo que me motiva un sentimiento que jamás había sentido, hay alguien que me atrae como un imán, una fuerza magnética.
Una voz tenue sacude mi ser: “guerrera de las sombras, te espero con los primeros rayos de luz del amanecer. Ven a mí, vencerás en esta batalla. No te entregues nunca es tarde”
Ángel de la soledad debo dejarte.
Ya tu frío no posee mi pecho, ni el último latido de mi corazón te pertenece… una luz llegó a mí… hay alguien… ya no eres mi dueño… Hay amor que nace en el oriente, después de la puesta del sol.
La tinta del caos