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Mostrando las entradas de octubre, 2016

Un cuento que contar

( A esos grandes amigos) Como una niña descarriada y sin rumbo daba pasos por el mundo, perdida entre nubes de algodón deshilachadas. Llena de sueños absurdos e ilusiones obsoletas, la mente perdida en algún lugar y en no sé dónde, en el más allá. Una ingenua Alicia, una Cenicienta de un cuento que no pudo ser, una bella sin una bestia que la protegiese. Una cautiva Rapunzel, siempre asomada a la ventana de una torre, anhelando lo que nunca iba a suceder. Una fiera salvaje, furiosa, mal herida. Presta a atacar a quién se le quisiera acercar. Siempre a la defensiva. Así estaba, así vagaba y divagaba sepultada bajo aludes de delirio y caos total. Así la vio y no le importó, solo la observaba desde lejos, leía su mente y lentamente se acercaba a su alma. Estudiaba todos sus movimientos y poco a poco se fue acercando, sin mirarla a los ojos, sin tocarla y en absoluto silencio. Con la sabia paciencia de quién aprendió del sufrimiento se compadeció de ella y se ganó su cora...

Una fe que lo encuentre...

Con las manos en los bolsillos te vi venir, observabas ansiosamente el opaco piso del pasillo y fruncías el ceño haciendo muecas con tu nariz. Caminabas acelerado a paso de pingüino y esa actitud vacilante de levantar ceja y ceja cuando mirabas hacia adelante, me intrigó... - ¿Quién eres?- pregunté hurgando mi oreja. -Juan el Bautista y busco a mi señor... -respondió el individuo encogiéndose de hombros e intentando rascar su mejilla en el acto. Lo miré desorientada, tanto como él también lo estaba mientras proseguía su camino buscando en el frío pasillo de aquel hospital psiquiátrico esa fe que lo consolara. Tras mi recuperación lo sigo visitando y allí lo sigue buscando... Con las manos en sus bolsillos y a paso acelerado...

Hasta la eternidad

(Microrrelato) Tanto la adoraba que tomo fuertemente su mano y decidió abandonar su cuerpo para continuar su camino al lado de ella... Solo bastó una lágrima y un profundo deseo que llegó a oídos de Dios...

Murmullos

Hay quiénes cada tanto despiertan dormidos para preguntarse dónde quedaron sus sueños. Hay quiénes cada tanto intentan abrir  sus ojos al tiempo, para saber donde están y por qué razón están donde están. Hay quiénes a pesar de tener el camino truncado, dejan las quejas de lado para seguir andando en busca del  triunfo final...

La hija del leñador (gore)

-Papá, hace mucho frío y ya no hay leña en la cabaña... -¡¡¡Maldita niña!¡¡¡ Te avisé que cuidaras la leña, nevó toda la tarde y es imposible hachar así!!!- gruñía embriagado el padre de Mary Ann que apenas tenía ocho añitos de edad. -Papà, si no tenemos con qué alimentar el fuego, moriremos congelados... El leñador, se levantó de su silla con su botella de Whisky en mano, sacó a su hija a los tirones de la cama tomándola de la ropa. Sin darle tiempo a colocarse abrigo y zapatos, la llevó descalza al bosque a buscar leña. Era muy tarde ya, la nieve quemaba los pies de la pequeña, y el llevar el hacha en sus pequeñas manos le hacía más doloroso el transitar. Llegaron al fin a un lugar donde un viejo árbol había caído... - ¿¡Quieres leña!? Entonces corta pequeña malcriada!!! -Papito, no puedo el hacha es pesada y el frió me quita fuerzas- sollozó la pequeña tras varios intentos de cortar el árbol. -Ah! Para eso no tienes fuerzas! Pequeña ramera igual que tu madre!!...

Un cuento de semana santa (Historias de pueblos y más allá)

Noche de vigilia pascual, el párroco de la iglesia de mi pueblo no tuvo mejor idea que realizar el vía crucis, esa noche, recorriendo el antiguo cementerio que se encontraba a cientos de metros del poblado. Yo no quería saber nada con asistir, pero mi abuela, vieja rezongona y ferviente admiradora de todos los santos, no reparó en tomarme del brazo y acusarme a punta dedo de adoradora del diablo y de todos los infiernos. En ese momento, no sé si tuve más miedo de que terminara por darme una tunda, si continuaba con mi rebeldía, que temor de que el mismo satanás me llevara de "las patas" -como ella le decía a las piernas- esa misma noche mientras dormía. Ya ni sé  en qué momento, pero me cazó fuerte de las orejas, me llevó frente al fregadero, me lavó la cara con jabón blanco, mientras yo cerraba fuerte los ojos para que no se me metiera la espuma adentro y luego se me irritaran, pero mucho no pude evitarlo. Tomó un viejo trapo que hacía de toalla - la economía de l...

El pianista

Ella bailaba envuelta en mágicos pentagramas, que se desprendían en cada soneto. Bella, clásica bailarina, gozaba de su melodiosa esclavitud. Sujeta de pies y manos, cual marioneta, a las cuerdas de la polifonía nacidas del magistral universo de su amado pianista, le permitía a su cuerpo ondularse. Ella era su inspiración, su musa. Almas gemelas conectadas desde la eternidad y por la eternidad. Bajo la sombra de una pérgola. Donde se abraza fielmente el rosedal, teñido de rojo carmín, tocó las más dulces melodías que cortejaban a su pasión. Más de cien años pasaron después de su último adiós.  El sonar de su piano viaja con el viento. Las teclas resuenan al mando de sus dedos poseídos, víctimas del más tierno hechizo de amor. Nadie lo ve, pero todos pueden oírlo.  Bajo la pérgola cada cien años ella regresa a danzar para él. La tinta del caos.

Sorpresa

Nadie se habría imaginado que llegaría tan repentinamente el final de sus días. Era tan enérgica y a pesar de sus noventa y pico, ocultos en una enorme sonrisa diaria. Tristemente, parece ser, que ocultaba un malestar profundo al que a nadie había dado a conocer. Que más decir que era la alegría de la casa, la revoltosa que madrugaba y nadie dejaba abrir los ojos por las mañanas sin darle un pequeño zurraso con la almohada, la¿ que velozmente y sin temblar quitaba de debajo de la cabeza de sus nietos, y del que ni la nuera se salvaba. Antonia, se habría de irse de este mundo aquella mañana, tras un silencioso infarto que no dio tiempo a nadie para un último abrazo. El velatorio estaba repleto de familiares y amigos que iban a despedirse, la prima Magdalena no paraba de darle golpes al ataúd … - ¿Por qué? ... ¿por qué?... por… queeeeaaahhhhhh….- sollozaba , aferrada a los pies de la abuela y llenándola de lágrimas. Llegado el momento de darle el último adiós… -¡Que la ino...

Huérfano

Camina el changuito, descalzo, con los pantalones arremangados y la escarcha pegando sus pies al asfalto, como evitando la patinada. Las manguitas de esos harapos, que apenas le cubren el torso intentando burlar el frío, le hacen de regadera mientras intenta limpiar un vidrio. Carita sucia, desde temprano le pone el pecho al destino.  Sin desayuno, con suerte un pedazo de pan duro  como para callarle al  estómago el rugido.  Indiferente la gente pasa, murmurando que la madre, que el padre,  que el presidente y todos los santos…que Dios se apiade por tal descuido… murmullos desde la distancia, que al niño no le hacen ruido. Sonríe con picardía, extiende su pequeña manito: -Señor ¿me da una monedita? -¿y tus padres? -Soy huerfanito. Obtiene la monedita después de limpiar el vidrio y el padre de lejos lo mira, detrás de un árbol bien escondido, esperando lo facturado al final del día para irse comprar un vino. Solloza el changuito descalzo, está ...

Despierta

Cada vez que Alma, su mamá, tenía un día gris la pequeña Luz tomaba un lápiz amarillo y dibujaba un gran sol sobre la pared del dormitorio para  alegrarle los  días. -Mira mamita, es para que despiertes... Te quiero mucho sabes, y te extraño. ¿Vienes a jugar conmigo?...Despierta, te necesito - eran las frases entrecortadas que pronunciaba la pequeña con cada intento de sacar a su mami de su profundo sueño. Los años pasaron. Luz creció, y continuó iluminando cada uno de los días de su madre dibujando un sol por cada amanecer, en la blanca pared de la habitación del neurosiquiátrico, donde Alma encontró al fin iluminación al abandonar este mundo, víctima de la depresión. Luz, sobrevivió a la oscura soledad en la que creció... La tinta del Caos