Un ángel y un demonio pidieron audiencia con el escritor. Sentados frente a su escritorio, pretendían convencerlo de que narrase según las reglas individuales que cada uno presentarían. -Señores-dijo el escritor- voy a escuchar las propuestas que tienen para mí, en caso de resultarme beneficiosas, las adoptaré. Terminando su introductoria presentación, comenzó el cuestionario. -¿Usted, que pretende que yo escriba?- preguntó al demonio. -Quiero que sus narraciones contengan palabras que generen sentimientos de miseria, maldad, desesperación. Provocando una inclinación del corazón de los hombres hacia mis fines. -¿Y usted…?-preguntó el escritor, ahora al ángel. -Espero en sus letras generen benevolencia, paz, esperanza y todo aquello que incentive a la humanidad a cultivar amor por la faz de la tierra. Y que sus corazones se inclinen hacia mis fines- objetó. El escritor, se inclinó hacia adelante, cruzó sus manos sobre el escritorio y planteó su última pregunta: -...
A veces soy solo aquello que me dicta la imaginación, a veces me enredo en palabras sin sentido para algunos y con mucho o poco significado para otros. A veces soy solo ideas. Otras veces soy frases y otras emociones. A veces soy solo el caos en la constante tormenta energética del universo... pero la mayoría de las veces simplemente soy yo y tu compañía. Eva